27 de agosto de 2013

PROSTITUCIÓN EN EL MÉXICO PREHISPÁNICO



Las prostitutas se podían encontrar en los cruces
de caminos. Éstas ofrecían de beber a
los hombres, lo cual debían rechaza
r.
(Códice Florentino 1979: lib. X, cap. XXVI, fol. 70r).


u  Este miércoles, a las 19 horas, se dará una charla sobre el tema en el CCU Tlatelolco


A lo largo de la historia la prostitución se ha visto y definido de múltiples maneras. En algunas sociedades fue una actividad ritual reconocida, mientras que en otras implicaba un intercambio económico y un desprestigio para quien la ejercía”, señaló la coordinadora del Museo de Tlatelolco, la arqueóloga Lucía Sánchez.

Los mexicas hacían una distinción entre aquellas personas que se prostituían como parte de un intercambio económico, prostitutas civiles o públicas, y las que tenían un rol ritual y eran acompañantes de los guerreros, denominadas Ahuianime.
 
De las prostitutas se decía que eran vanidosas pues se
ataviaban y adornaban excesivamente
(Códice Florentino 1979: t. III, lib. X, cap. XV, fol. 39v).


Precisó Lucía Sánchez que “nuestra propuesta como museo es no quedarnos en el lugar común, sino profundizar en diversos aspectos de nuestro pasado prehispánico. La cultura no debe ser estática, es importante que sea analizada constantemente”.

La coordinadora del Museo de Tlatelolco, la arqueóloga Lucía Sánchez, impartirá la charla “Ahuianime, alegradora, buscona, coscolina, perdida, piruja, güila, cusca: prostitución durante la época prehispánica y el virreinato”, se celebrará este miércoles, a las 19 horas en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco.
El oficio más antiguo del mundo no fue ajeno al México prehispánico. Con el fin de dar luz sobre un tema un tanto desconocido de nuestra historia, tendrá un evento que girará en torno a la prostitución en aquel tiempo.

Fray Bernardino de Sahagún menciona que, según las creencias de los antiguos nahuas, las mujeres que nacían bajo el signo dedicado a Xochiquétzal, ce xóchitl o “1-Flor”, podían seguir una de las dos vías que patrocinaba la diosa del amor: si eran muy devotas podrían llegar a ser buenas amas de casa y tener talento para el hilado, pero en caso de no hacer penitencia serían viciosas de su cuerpo y lo venderían.

En el México Virreinal la sociedad adoptó los paradigmas occidentales; el placer carnal, la sensualidad, la sexualidad y lo femenino se vincularon de manera directa al pecado. La prostitución, por ende, atentaba contra el honor y la imagen de la mujer establecida por la religión.


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